El grabado costumbrista en la colonia, testimonio de una época.

Por
Textos por Omar Díaz Liria.

Una visita a la colección de arte colonial del Museo Nacional de Bellas Artes significa, entre otras cosas, viajar en el tiempo a través de sus piezas, especialmente si lo hacemos con la sorprendente muestra de grabados que se exhibe en el Edificio de Arte Cubano.

Las estampas coloniales costumbristas guiarán al visitante en una ruta hacia la búsqueda de quiénes somos, de cómo hemos cambiado y cuánto se ha mantenido arraigado en nuestra cubanía.

Un intenso movimiento mercantil, fruto del desarrollo de las ciencias y la literatura aparejado a una fuerte expresión plástica, hacen de La Habana del sigo XIX uno de los centros culturales más importantes de América.

El progreso de la industria azucarera produjo un enriquecimiento de la zona occidental y localidades cercanas. Artistas extranjeros motivados por nuevas oportunidades comerciales y atractivos temas instalan imprentas litográficas en la isla, siendo La Habana el asunto más abordado en sus producciones, con vistas pintorescas de zonas urbanas y portuarias.

Laplante quien, llegado de Francia en 1848, se establece en la capital y viaja al interior de la isla luego, dibujará e imprimirá la serie Isla de Cuba pintoresca en 1856.
Como puede apreciarse en esta magnífica obra la vista está tomada desde un punto elevado de la geografía habanera. Este tipo de imágenes eran usualmente hechas desde ángulos estratégicos en el interior de la bahía, (Regla o Casablanca) y se les conoce como “a vuelo de pájaro”.

La ciudad se encontraba aún amurallada; se formaban los nuevos barrios donde contrastaban las casas señoriales con las viviendas humildes y los barrios marginales.
Con la llegada del romanticismo se había implantado en Europa la moda de encuadernar vistas litográficas en forma de álbumes. Los bellos paisajes de toda la isla serán entonces motivo suficiente para editar series en forma de álbumes o para entregar a los periódicos.

En la serie Viaje pintoresco alrededor de la Isla de Cuba (1848) aparecen un Día de Reyes, El panadero o El zapateado que anuncian ya el interés sobre aspectos que van conformando la nacionalidad cubana. En el Día de Reyes las calles habaneras se llenaban de movimiento. El 6 de enero los esclavos desfilaban por la puerta del Palacio del Gobernador General con sus estandartes. Sin embargo, el tema de la esclavitud se trata superficialmente en las representaciones artísticas, no se aborda con un espíritu crítico.
Aunque en la literatura muchos viajeros dejaron páginas de relatos de la vida urbana, es el grabado la manifestación que mejor recogió los ambientes, tipos y costumbres de las clases populares, muchas veces incorporados a amplias vistas o escenas costumbristas. Como es apreciable, los personajes llegaron a convertirse en el argumento principal de la obra. El tema campesino resulta ser idealizado y aparecerá representado en sus bailes, diversiones y típicas vistas naturales mientras el tópico de la esclavitud subraya la figura del negro, bien en la plantación o como calesero. El resultado será pintoresco y de mucha plasticidad resaltando el paisaje citadino, que muestra las conocidas construcciones coloniales con sus pórticos, sus estrechas calles y las amplias plazas.

Esta escena de jóvenes de la aristocracia paseando en quitrín es típica de los atardeceres de la ciudad, de alguna manera es muy familiar para los cubanos, pues ya tenemos referencia de los quitrines, que por cierto eran construidos de acuerdo a nuestras necesidades y clima. La obra ha sido concebida con un estilizado dibujo, muestra una armoniosa composición que sugiere dinamismo entre sus elementos.

El calesero representaba para los extranjeros un personaje atractivo y pintoresco entre los tipos populares de Cuba. Su vestuario correspondía a la opulencia del amo y aunque también podía sufrir castigo corporal, el esclavo urbano disfrutaba mejores condiciones que el de la plantación.

Como mencionamos anteriormente, el contenido campesino tiene su representación en las estampas locales del siglo XIX. Las fiestas y aficiones del guajiro se describen en un ambiente idílico. Se seleccionan los momentos de esparcimiento, sus bailes típicos, los instrumentos musicales que animan el guateque.

La litografía tiene su auge en este siglo y se introduce en la isla precisamente poco después de que Aloys Senefelder patentara su invento.
Las impresiones litográficas son un legado al patrimonio cultural del país, no solo por sus cualidades artísticas sino porque recogen la vida social de la época. Para el litógrafo serán de interés la anécdota, lo pintoresco, los personajes populares, las escenas cotidianas.

Por medio de una rigurosa selección de autores y piezas importantes del período recorremos el espacio y nos adentramos en imágenes que muestran una ciudad vista, fundamentalmente en sus comienzos, por autores extranjeros que entregaron su arte y su personal visión del país. Otros ejemplos presentes en la muestra nos motivarán al encuentro con nuestra Isla, con nuestra ciudad y sus costumbres.

Garneray lleva a cabo una serie de acuarelas que más tarde imprime en París. Por sus paisajes de plazas y paseos desfilan miembros de la aristocracia, vendedores, esclavos y negros libres brindándonos una imagen viva de la sociedad de entonces.

Los trabajos de Mialhe se distinguen por mostrar un excelente dominio del dibujo académico, el uso del claroscuro y escenas costumbristas que, desde su óptica, nos develan el espíritu de la ciudad y sus habitantes inmersos en el quehacer cotidiano. La alameda era el Paseo más antiguo e importante de La Habana intramuros donde también se encontraba el Teatro Principal.

Se embellece La Habana, se construyen monumentos y lujosos edificios como el Teatro Tacón, construido por el catalán Francisco Marty, y que fuera considerado en su época el teatro más grande y lujoso del continente americano.


Laplante abordó diferentes temáticas incluyendo sus famosos dibujos al natural de los principales ingenios azucareros de Cuba y la serie Isla de Cuba Pintoresca, donde los personajes animan los primeros planos y el artista hace derroche de maestría.


El grabado costumbrista, desplegado en la colección de arte colonial del Museo de Bellas Artes, es un puente seguro hacia la comprensión de una época, pero también una llave que facilita el acceso a la pericia técnica de artistas que encontraron en La Habana y otras ciudades cubanas fuente de inspiración con que alimentar el imaginario artístico, más allá de nuestras fronteras…

comentario comentario
0 Comentarios

¿Qué piensas?

No hay comentarios, sé el primero en dejar un comentario

Añadir nuevo comentario

HTML Restringido

  • Etiquetas HTML permitidas: <a href hreflang> <em> <strong> <cite> <blockquote cite> <code> <ul type> <ol start type> <li> <dl> <dt> <dd> <h2 id> <h3 id> <h4 id> <h5 id> <h6 id>
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.